Es un proceso tan grande y con
tanta información en el camino para asimilar, para encausar, para aprehender,
para transformar no sólo en conocimiento sino en un hábito, en un estilo de
enseñanza, que salga naturalmente.
No es fácil deconstruir una estructura tan añeja y con la que muchos docentes fuimos
formados y la que venimos practicando y reproduciendo de manera sistemática
hace tantos años.
Me resulta totalmente fascinante
pensar en dar clases, como dice Mariana Maggio, poderosas. Clases que sorprendan al estudiante, que estén
contextualizadas en el tiempo real de los chicos, clases que nos atrapen (a
ellos y a nosotros), clases que sean memorables (no una, ni dos, muchas!)
Al analizar mi manera de
enseñarles, de dar la clase, gratamente me sorprendí, ya que, a pesar de
encontrar aprendizaje por recepción, me di cuenta que también he estado
intentando que esto cambie, que ellos sean los que descubren lo que quieren
aprender, o al menos que ellos descubran para qué les sirve aprender en la
escuela.
A veces me cuesta darle forma al
cambio que quiero para ellos y para mi, y siento que caigo nuevamente en la
clásica clase de exposición. Pero el esfuerzo que estoy realizando para que
esto cambie, lo valoro mucho. Y sé que en algún momento la semilla va germinar!!!